@DIN - CULTURA: septiembre 2005

miércoles, septiembre 07, 2005

Entrevista a Humberto Ak´abal

"Si no fuera por la poesía, el mundo ya se habría quedado mudo"

Ariodante Marianni, Martha Canfield y, a la derecha, Humberto Ak'abal, durante la entrega del Premio Internazionale di Poesia "Pier Paolo Pasolini".


Por: Pablo Cingolani *

Hay veces en que uno siente un placer inusitado de compartir con alguien, así sea un brillo, un suspiro, una milésima de segundo. Esto me sucedió con Humberto Ak´abal, así sólo lo conozca por correo electrónico. Si quieren saber más acerca de quién es este hombre luminoso, este ser conmovedor, introduzcan su nombre en cualquier buscador de la red y sabrán —algo siempre hay que decir, para eso estamos…, que Ak´abal es un poeta mayor de otra de las patrias originarias de América, la tierra de nuestros ancestros Maya-k'iche', la heroica Guatemala. Nada más ni nada menos. Los invito a leer sus palabras —que como él mismo declara "están llenas de sabores y olores de montaña"- porque no tienen desperdicio. De yapa, dos poemas. Y siempre recuerden: cuando un poeta habla, habla la condición humana (en zigzag, va también mi homenaje a los compañeros poetas bolivianos…).

Humberto, la primera palabra que me viene al corazón cuando pienso en Guatemala es genocidio… después evoco un país de volcanes y pájaros, de naturaleza desbordante, de gentes que atesoran una riqueza singular, multicolor….

Es inevitable que, cuando se habla de Guatemala, tengamos que remontarnos al pasado inmediato, inevitable porque la sangre, el llanto, el dolor son ecos que no puede borrar la noche; son recuerdos que mantienen latente la tristeza, son suspiros que mantienen vivo el dolor. Los genocidas se pasean con la Biblia bajo el brazo y se limpian el trasero con los pañuelos humedecidos por el llanto de los huérfanos y las viudas. Y la justicia con las manos atadas… Y no obstante los intentos por diezmar a los pobladores originarios de estas tierras, aún seguimos con la mirada en el horizonte, los colores de nuestros tejidos siguen brillando, aún tenemos mucho de la herencia de la sabiduría de nuestros ancestros, son el apoyo, base y fundamento de nuestra identidad. La tierra sigue dando sus frutos, el sol y la luna siguen marcando los pasos del tiempo. Los volcanes, los lagos y las montañas con su tesoro de aves canoras aún ofrecen su paisaje y sus encantamientos. Y en medio de todo esto, la miseria, la pobreza, el analfabetismo y la marginación son lastres que seguimos arrastrando, somos muchos y las autoridades no nos ven, y aquí estamos- vamos caminando a la par de las estrellas porque el sueño nuestros sueños aún esperan la aurora.

He leído una muy emotiva semblanza sobre tu persona donde podías explicar los avatares de tu vida a partir de la longitud de tus cabellos. Extrapolando, me recordó a Nerval, otro poeta como tu, que se pintaba el pelo de verde como una expresión de rechazo a la sociedad burguesa. Sin embargo, en tu caso, el largo de tus cabellos es tradición cultural, es símbolo de identidad maya-k'iche'. Ser poeta. Ser indio, ¿qué significados encierra esto para ti?

Antes que me creciera el pelo yo ya era indio. Y antes de que fuera poeta ya me había crecido el pelo. A mí me identifica el alma. Pero como suele ocurrir, mi cabello terminó siendo una manera de identificación, no me lo propuse sino que esto se fue dando en la medida que el círculo del tiempo fue transcurriendo, aunque obviamente es una tradición cultural manoseada por las modas impuestas en la televisión o trastornadas por los militares. (Y una pequeña aclaración, para que no haya malos entendidos: yo no me pinto el pelo de verde).

Culturas orales las nuestras. La batalla en el terreno del lenguaje proclamaba Cardenal, el gran vate de Nicaragua. Un poeta indio que siempre me ha conmovido fue el quechua Juan Walparrimachi. Murió combatiendo por la independencia en la guerra de guerrillas contra los españoles en el antiguo territorio del Alto Perú, hoy Bolivia. ¿Por qué lucha don Humberto Ak´abal?

Primero quítame eso de "don", yo simplemente soy Humberto. Bien, durante muchos años se nos ha negado la palabra, se nos ha menospreciado, se nos ha minorizado no obstante ser la mayoría; aquí es donde creo que se centra mi esfuerzo, sé que no soy un poeta de vuelo alto, pero también sé que soy honesto en lo que escribo, para mí son de gran valor las cosas sencillas con las que convivimos y también he heredado conocimientos de mis mayores; el hecho de que ellos hayan podido "leer" los fenómenos físicos y el comportamiento de los animales y de la naturaleza, no es resultado de la casualidad, eso fue razón de observación durante muchos años, y además que tengamos una lengua con su propia cosmogonía eso es tener una identidad con cual presentarnos ante la humanidad, esas son las razones por las que pongo mi palabra en el marco de la poesía del mundo.

Rechazaste un Premio Nacional en Guatemala, explícanos por favor los motivos.

El Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, es el reconocimiento más alto que otorga el Estado guatemalteco a los escritores por su trayectoria literaria. En el año 2003 me fue otorgado el mismo y no obstante yo decliné recibirlo. Esto provocó diversas reacciones, recibí apoyo de muchas personas pero también mucha crítica, particularmente del círculo intelectual guatemalteco. Partieron de su reprobación por mi rechazo, pasando por el insulto hasta llegar a la ofensa; me llamaron papanatero, mancillador de Asturias, políticamente correcto, Judas, envidioso, rencoroso ancestral, en fin… Mi posición fue clara desde el principio: Yo no tengo nada en contra del escritor Miguel Ángel Asturias, no soy nadie para criticar su obra literaria, mi posición se centra en su tesis "El problema social del indio", es una tesis racista, en ella ofende a los pueblos indígenas de Guatemala y yo soy parte de esos pueblos, por lo tanto por dignidad no acepté ese Premio, aunque eso me haya valido una sarta de ataques. Si bien es cierto que lo que más se conoce de Asturias es su novelística, son pocos los que conocen la tesis que escribió en 1923 y que él mismo aprobó que se reeditara en 1972 siendo ya Premio Nobel.

Tú tratas de traducir en palabras los mensajes de la naturaleza, de nuestra madre común: la Tierra. Leí por ahí que en tu comunidad todavía sigue vigente el calendario lunar… eso me llena de vitalidad y alegría. Sin embargo, a nuestro alrededor reina la incertidumbre y el desarraigo. ¿Qué certezas puede aportar hoy la poesía?

Una bella verdad es que en mi pueblo no nos hemos dejado de regir por el calendario ceremonial de 260 días que en nuestra lengua llamamos "Wajxaq’ib Batz’" (Ocho hilos), es el calendario lunar o calendario de la mujer, porque 260 días equivalen a nueve meses lunares que es el periodo de gestación de toda mujer que llega a ser madre. Aparte de esto, mi poesía se nutre de esos valores que pasan desapercibidos para los que no conocen nuestras lenguas, en ella hay una manera de ver y de sentir que parte de nuestra idiosincrasia. Mis poemas están llenos de espantos, de sabores y de olores de montaña, sus caminos son de tierra y sus cantos son de pájaros; y si en ella encuentras un poco de agua, será agua de pozo mineral y natural porque no tiene cloro.

Desde que Platón echó a los poetas de su república, el modelo ideológico y cultural hegemónico, desecha a los poetas, los considera inservibles y en muchas veces peligrosos. ¿Tu que opinas?

Si no fuera por la poesía, el mundo ya se habría quedado mudo. Todo aquel que abre la boca siempre es peligroso, pero el peligro lo sienten aquellos que le tienen miedo a la palabra dicha con el corazón, con el alma desnuda, le tienen miedo al que habla con la cara al sol. En todos los tiempos, en todas las culturas siempre se han necesitado a los poetas. Los mismos gobiernos que los ignoran recurren de vez en cuando a un verso, cuando son medianamente cultos ( porque los hay de los otros y son la mayoría). Y como diría Julio Cortázar: "Lo desagradable del poeta no está en que lleve el corazón peinado de otra manera, sino en que es siempre un testigo, y ya se sabe lo desagradable que son los testigos".

Tu libro más reciente lo bautizaste El llanto del jaguar. Es un título terrible, que golpea duro en la memoria. Humberto: ¿por qué llora el jaguar?

Esa es una metáfora que tiene que ver más con mi vida que con el animal, aunque debo decirte que me identifico con el jaguar por algunas razones: mi apellido Ak’abal que traducido al castellano es "aurora", en nuestra lengua se refiere a la transición de la oscuridad a la claridad, de la noche al día y su símbolo es el jaguar, porque su pelambre lo grita, lo llamamos "Señor del amanecer", el animal es amarillo y negro, el amarillo simboliza el día y las manchas negras la noche. Pero en el libro "El llanto del jaguar" no todo es llanto, también contiene poemas de amor y de esperanza.

Estuviste visitando Bolivia: ¿habías estado antes por aquí? ¿Qué recuerdos te llevaste?

Esta fue mi primera visita a Bolivia, fui invitado por la Feria Internacional del libro, creo que mi participación en la misma fue intrascendente, y por razones que no vienen al caso mencionar, hube de quedarme algunos días más de lo previsto, esto me dio oportunidad para hablar con algunas personas y caminar un poco por las calles y plazas que han sido testigos de grandes movimientos de despertar de conciencia, así que, aunque de manera muy reducida pude hacerme una idea de cómo se están gestando y cómo germinan las esperanzas en estas tierras, también pude ver de cerca los tejidos que hacen nuestros hermanos de tierra adentro, hay en ellas una plástica de mucha fuerza, y su música de quenas y flautas, son melodías arrancadas a la tierra y atrapadas en las alas del viento, uno vuela hacia las alturas con esa música de belleza natural. (Debo agradecer aquí la compañía de un gran amigo boliviano Rodolfo García, sin él hubiera sido más difícil mi estadía en este país).

El poder de las palabras. Hay palabras que curan, otras que matan. ¿Salvarán al mundo?

En el libro Sagrado de América, el Popol Wuj, se consigna al Dios-dual de la palabra:
Jun Batz’ y Jun Chowen, como una de las deidades de más alta estima. Esto nos dice claramente la importancia que tenía para nuestros antepasados el valor de la palabra, por lo que no es casualidad que hayan florecido diversas lenguas a lo largo de nuestro continente, como quiera que sea y en la lengua que sea, creo que la palabra límpida nacida de la conciencia si puede traer la salvación de nuestros pueblos, por una palabra llegó la vida, por una palabra puede llegarla muerte, pero por una palabra puede llegar la salvación de la humanidad.


* Pablo Cingolani, escritor, poeta, historiador, corresponsal de @DIN en Bolivia.


Dos poemas


Camino al revés


De vez en cuando
Camino al revés,
Es mi modo de recordar.

Si caminara sólo hacia adelante,
Te podría contar
Cómo es el olvido.


Embarazada


"Cuando yo estaba embarazada,
Esperándote,
Sentía muchas ganas de comer tierra,
Arrancaba pedacitos de adobes
Y me los comía…"

Esta confesión de mi madre
Me desgarró el corazón.

Mamé leche de barro
Por eso mi piel
Es de color de tierra.



Humberto Ak’abal



Confesiones: Ak’abal
"No me daban trabajo por peludo"


"Mis abuelos del lado de mi madre tenían el cabello largo, lejanamente recuerdo al bisabuelo: su cabello blanco se lo enrollaba alrededor de la coronilla y ponía su sombrero sobre aquel manojo canado.
"Mi madre quería que yo siguiera con la tradición de los abuelos. Había algunas razones para tener el cabello largo: evitaba que uno fuera tartamudo y los espantos no lo molestaban. Mi mamá me trenzaba, dos trenzas porque mi cabello era abundante, esto duró hasta que cumplí siete años.
"Por aquel entonces los maestros salían de casa en casa reclutando niños de edad escolar y quienes se rehusaran llevar a sus hijos a la escuela los ponían en la cárcel.
A pesar de esa advertencia muchos padres escondían a sus hijos en pozos secos, en ollas grandes o en la copa de los árboles.
La escuela no era bien vista por los ancianos, temían que fuera un lugar "donde les abrirían los ojos y los oídos a los niños y que poco a poco irían perdiendo el respeto a sus mayores…" (Al paso de cómo van las cosas me pregunto si no tendría algo de profético el temor de los abuelos).
En fin, los maestros aparecieron detrás de la casa y me echaron el ojo, así que no hubo escapatoria, yo tenía mucho miedo pero mi padre me dio ánimos para ir.
Y me llevaron para inscribirme, y aquí el primer problema: el director de la escuela dijo que no me inscribirían en la escuela de varones sino en la de niñas, mis padres insistían en que yo era varón, pero la dirección dijo que no inscribirían a alguien que no parecía hombre, por lo que por primera vez me cortaron el pelo.
Mi madre lloró mucho y guardó mis trenzas entre su almohada.
"Pasaron los años de la escuela primaria, cuando yo andaba por los diez y siete años mi cabello era ya bastante largo, mi madre estaba contenta porque según ella me parecía mucho al abuelo.
Por ese entonces el ejército reclutaba a los muchachos de mi edad para llevárselos al cuartel, se llamaba sarcásticamente "servicio voluntario de milicia" (aquello era una cacería criminal), y todo aquel que tuviera el cabello largo era seña de que no había prestado servicio militar; y aunque yo no debía hacerlo por impedimento físico, los militares me obligaron a cortármelo porque según ellos yo era un "amujerado", y que si no me lo cortaba por mi cuenta que ellos lo harían "porque los machos tienen que parecer hombres". Muy en contra de mi voluntad tuve que visitar otra vez al barbero.
"Pasaron seis u ocho años y el pelo inevitablemente me volvió a crecer. Por esos años la guerra interna del país se intensificó y yo tuve que abandonar mi pueblo e ir a la ciudad en busca de trabajo, lo que fuera: barrendero, sirviente, cargador; cualquier trabajo porque yo no era (ni soy) calificado en nada.
No me daban trabajo "por peludo", que así parecía vago, charamilero, y que tenía cara de baboso. No tuve más remedio que cortármelo.
"Después de trabajar diez años en la ciudad, dejé de ser obrero y regresé a mi pueblo y volví a dejarme crecer el pelo. Por esos días se publicó mi primer libro de poemas y aparecieron por primeras vez fotografías mías en los periódicos y aunque parezca broma, algunos "críticos" de literatura guatemalteca saltaron de su sillón, dijeron que yo me había dejado crecer el pelo "para caerles bien a los europeos", para venderme como apache, como siux, que parecía hippie, etc. (la prensa guarda en sus páginas esos insólitos artículos).
"Y hoy que finalmente puedo disfrutar de mi cabello y tenerlo como me dé la gana, no solo ya no me crece sino que se me comienza a caer."

Biografía: Humberto Ak'Abal
Tomado de http://www.prensalibre.com/pl/2005/agosto/25/121848.html

Nació en Momostenango, Totonicapán, Guatemala, en 1952. Habla, lee, escribe "y se calla", como alguna vez afirmó, en maya-k'iche' y español.
Ha escrito y publicado 12 libros poesía, uno de cuentos y siete antologías personales.
Su obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano, holandés, portugués, hebreo.
Su libro más reciente traducido al alemán es Das Weinen des Jaguars (El llanto del jaguar). Editado por Thanhauser, Austria 2005.
Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentra el "Diploma Emeritissimum 1995" Por la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Premio Internacional de Poesía "Blaise Cendrars 1997", Suiza.
Premio Continental "Canto de América 1998" UNESCO, México.
Premio Internacional de Poesía "Pier Paolo Pasolini 2004", Roma.
En 2003 rechazó el Premio Nacional de Literatura "Miguel Angel Asturias".